Acá se nace con un par de alitas que solo puedes utilizar una sola vez, tienes permitido volar y alcanzar la altura que desees por un momento y después las alas se gastan y las plumas empiezan a caer. La mayoría de las personas tratan de alcanzar no se sabe qué allá arriba y después se derrumban con un esqueleto a cuestas, riegan el suelo con sus cuerpos de guagua y a las seis, la hora en que pasan los gigantes de vuelta del trabajo, les sacan fotos a los cascarones rotos de cuero desnudo, yema roja y alitas gastadas. Ninguno sobrevive, pero aún así todos quieren volar una vez aunque sea, quizás no se trate de lo que desean alcanzar en el cielo sino solo de un impulso en un momento de pena.