sábado, 16 de enero de 2016

Darwin

Cuando la raza humana siguió su camino evolutivo, comenzaron a nacer niños con cuatro brazos y cinco ojos, dos cuerpos unidos por un pulmón, dos cerebros en cada parte de los muslos. Los doctores decidieron separarlos y matar lo que sobraba jugando al cachipún, y aparecieron nuevas enfermedades y nuevas plagas que esos niños hubieran solucionado con un rayo láser del tercer ojo neuroastronómico de sus seres extracelestiales. El ser humano falleció cuando solo quedó una vieja que hablaba de planetas y signos y animales que ya no existían; entonces la tierra floreció hasta el cielo y crecieron los ríos y los mares y las montañas.

Un final feliz.