miércoles, 8 de julio de 2015

Gula

¿Cuándo me voy a poder comer el smog?
me suena la tripa infinita
cuando bostezo y siento que en la lengua palpitan los sonidos
de este corazón en desgracia:
la ciudad.

Hoy por la ventana de la cuncuna
vi una membrana gruesa de contaminación escalando la cordillera,
y me dio hambre
ver tan desesperada
a la ciudad.

Como no saben de esta necesidad,
no me pueden decir que no me coma
todas esas caras largas
y olores
sabores
ruidos
gente
llorando
riendo
hablando
celuliando
andando
tocándose
gritándose
transpirando
ignorando
sobreviviendo,
aquí en la ciudad.

Pasan muchas cosas
y me las quiero comer todas,
pegarles un mordisco antes de que me dejen;
quedarme con un recuerdo entre los dientes.
Quiero lamer el sudor de esta ciudad,
mordisquear la mugre que se acumula entre las hojas
de esos esqueletos verdes.

Trato de ser paciente;
cuento los días sin llover y miro los techos,
la cordillera sin pulpa dulce,
la desesperación del cielo agrietado.
Mañana,
tal vez mañana,
pueda pesar en kilos el smog:
hacer galletas con una taza,
echarle una pisca a la tortilla de porotos verdes,
empujarlo por el esófago hasta el pozo de mi cuerpo deshidratado;
no estar nunca más sola,
tenerlos a todos y a todas dentro,
conocer el sabor de este lugar,
decir que soy una con él
parar esta gula,
llorar un poco,
aliviar el alma,
conocer algún dios,
aprenderme una oración
y decir gracias

porque sí.

Gregory Jacobsen- Yellow Pile