El peor halago es el favorito de mi papá, apunta y dispara cuando cambio algo de mi apariencia, sea lo que sea él me matará:
¿Y dónde está mi hija?
Dejo de existir y ese es un cumplido, la sangre ya no pesa y no somos familia, no somos nada. Soy una extraña y él está buscando a su hija,
¿quién es esa que buscas?
espero que nunca la encuentres.
El segundo peor halago es:
Qué linda te ves hoy.
Qué fugaz es el presente y qué extaño esos rituales estéticos; quiero verme fea todos los días o ser linda, pero todos los días. ¿No se dan cuenta que estoy buscando mi identidad y mi misión en la tierra?, no se puede vivir para siempre si muero, si me acuchillan con palabras que dan risa y un poco de comezón en las mejillas.
No, no estoy exagerando. Pienso en esto todos los días, cuando me miro al espejo y me trato de sacar los balines de la cara; con cuidado, no quiero que me salgan espinillas.
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