lunes, 21 de julio de 2014

Un animal difícil

Al principio fueron imaginaciones mías, pero después mi mamá también empezó a ver lo que yo: sombras pequeñas que se movían por entre nuestros pies y nos hacían tropezar; cosas que dormían en los sillones hasta que alguien entraba en la habitación y salían corriendo desesperados.

Ratones dijimos.

Fantasmas nos corregimos, alegres, pensando en todas esas mascotas perdidas, adoptadas y muertas que ahora volvían al hogar.

Como el pochi, el toqui, el caupolicán, la flo, la canela, la luna, la carlota, la sol, el relámpago, la pepa, la mona, la monona, el magú, el japi, la belén, el taurito, la peca, el afrodito, la tuca, el popo, el satán, la marilú, la calú, la cienpiés, la simba, la coco, el rubí, el quico, la cuca, el gokú, el sacho, el leiton, la trululú, la chicha, la mirli, la vivi....

Qué bueno, eso sí, que nunca tuvimos pájaros. A mi mamá le da pena tenerlos encerrados.

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