Estaba en el jardín, no en el mío, no podía ser el mío porque había muchos árboles y parecía carecer de límite. Tampoco podía ver el cielo, todo era verde claro y verde oscuro, incluso las flores parecían contagiarse con la luz que despedían los gruesos troncos repletos de musgo.
Tenía que regar las flores, para que adquirieran su propio color, me lo pedían inclinándose mientras pasaba por su lado. Allá, junto a la palmera con una enredadera escaladora abrazándole el cuello, había una manguera; me acerqué a recogerla pero tuve que hacer mucha fuerza para poder ponerla a mi altura. Quería seguir su dirección para hallar, con suerte, una llave o algo por el estilo.
De pronto, la manguera fue jalada en la dirección contraria a la mía, si no la hubiera soltado habría terminado en el suelo.
Más frustrada que curiosa, caminé hasta donde había quedado para volver a tomarla, pero habia algo o alguien al otro extremo del frodoso verde que me lo impedía, tenía la manguera tensa a su favor. Me estaba desafiando en medio de burlas.
Afirmé ambas piernas sobre la tierra, haciendo sonar mis pisadas confiadas y decididas, tomé el trozo de plástico verde oscuro entre mis manos y tiré de él hasta que las palmas me dolieron. Cedió unos cuantos centímetros y luego
me vi invadida por el vértigo y el miedo que provoca el vértigo: el deseo de caer infinitamente para encontrar consuelo en la muerte. El problema es que estaba cayendo verticalmente, la cosa al otro lado de la manguera me atraía con tanta fuerza hacia ella que había despegado la gravedad que ataba las suelas de mis zapatillas al planeta y ahora me tenía avanzando hacia elella a una velocidad que hacía mis ojos arder. Pero no cerré los ojos. Tras los árboles verde limón había, efectivamente, una reja; y tras ella unos seres sin rostro que, estaba segura, me miraban divertidos. ¡No era un jardín, ni ese trozo de metal una reja!, ¡estaba al interior de una celda, o peor aún, de mi ataud!.
Cuando mi rostro se estrelló contra la barra de metal, no solo recibí una potente descarga eléctrica, mi cuello se rompió y morí instantáneamente.
Después de morir, desperté en mi cama, llorando.
Más frustrada que curiosa, caminé hasta donde había quedado para volver a tomarla, pero habia algo o alguien al otro extremo del frodoso verde que me lo impedía, tenía la manguera tensa a su favor. Me estaba desafiando en medio de burlas.
Afirmé ambas piernas sobre la tierra, haciendo sonar mis pisadas confiadas y decididas, tomé el trozo de plástico verde oscuro entre mis manos y tiré de él hasta que las palmas me dolieron. Cedió unos cuantos centímetros y luego
me vi invadida por el vértigo y el miedo que provoca el vértigo: el deseo de caer infinitamente para encontrar consuelo en la muerte. El problema es que estaba cayendo verticalmente, la cosa al otro lado de la manguera me atraía con tanta fuerza hacia ella que había despegado la gravedad que ataba las suelas de mis zapatillas al planeta y ahora me tenía avanzando hacia elella a una velocidad que hacía mis ojos arder. Pero no cerré los ojos. Tras los árboles verde limón había, efectivamente, una reja; y tras ella unos seres sin rostro que, estaba segura, me miraban divertidos. ¡No era un jardín, ni ese trozo de metal una reja!, ¡estaba al interior de una celda, o peor aún, de mi ataud!.
Cuando mi rostro se estrelló contra la barra de metal, no solo recibí una potente descarga eléctrica, mi cuello se rompió y morí instantáneamente.
Después de morir, desperté en mi cama, llorando.
Omz, me quede con la media cara, increíble como escribes, todo es amor y pasión y es hermoso, ¡Me encanta!
ResponderEliminarque los dioses te bendigan verotan <3 <3 gracias por comentar ^/////^
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