Tengo el remedio perfecto para el dolor y la pena: el olvido. Eh, sé que no es fácil, por eso me tomé la molestia de buscar un método ideal para abrir la llave al cuarto del olvido y he aquí el fruto, dulce, de mis investigaciones: la rabia.
Sí, manejar el rencor es mucho más sencillo que vivir en un sueño triste a la mitad del invierno, por eso, espero que me odies y deseo que todas las noches sueñes con mi muerte. Que mientras hundas tu cabeza en la almohada imagines que me has asfixiado con ella y todavía conserva el aroma del aire que me impediste beber.
Tal vez solo esté buscando un consuelo que ya ha sido hallado, un montón de veces, por personas cuyos horóscopos mentían; quizás sea yo la única que tiene pena un día tan bonito como hoy, o puede que sea el olor de los crisantemos en el florero: una fragancia pesada a cementerio que guia a todas las ovejas de mi cabeza hacia la idea de la muerte.
Ah, pero cuidado: hay muchos tipos de crisantemos en el mundo, pero ya no espero que adivines cuáles son los que me atormentaron esta tarde.
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