todas las noches y todos los días: buscarlas entre las nubes, imaginarlas a tu alrededor, dejarte flotar en ellas; hacerlas tu límite y tu inicio, grabarlas en tu memoria, ponerles nombres; contarlas hasta sentir que puedes alcanzarlas pero prefieres dejarlas libres, hasta que su imagen se quede tatuada en tu pupila y tu mirada brille de pena y felicidad; porque será el reflejo más cercano que podrás tener de tu alma.
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