Después que Belén muriera de calor en esa jaula de barras blancas, no pudo evitar volverse loco, y es que no pudo ser otra cosa que la locura lo que lo llevó a realizar los actos criminales que lo habían sentenciado.
Trató de rehacer su vida: encontró una nueva mujer y tuvo hijos con ella, trató de vivir en paz en esa celda que llamaba hogar, donde había muerto Belén.
¿Cómo sucedió?, fue demasiado rápido incluso para la memoria; su segunda mujer estaba dando a luz sobre el lecho recién cambiado y de pronto lo llenó un suculento olor a carne, unos cuantos minutos y ya no quedaba nada más que un empalagoso sabor a sangre en la boca. Horrorizado por su crimen, empezó a golpearse contra la jaula hasta que su cuerpo se deslizó entre las barras como un trozo de papel, hizo lo mismo con la puerta: todo esto para encontrar la muerte en el escobillón de una extraña.
Algunos dirían que Taurito, la ardilla, se lo tenía bien merecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario