viernes, 8 de noviembre de 2013

Invierno

Sentía mi cuerpo vibrar: todo el día, a toda hora. A veces era la mano y otras, la cadera, ¡qué cosa más extraña!, y le decía a mis amigas

Oye, siento como que me vibra todo el cuerpo


Y se reían, ¡no es chistoso!, no, para nada; porque tengo el celular en la mochila y no podría ser eso, porque de vez en cuando me daba la sensación de que eran gusanos y yo me ponía a tiritar en mi cama como si fuera invierno y no verano (primavera en esta ciudad).

La respuesta a mis temores fue peor, y vino en un desagradable formato, cuando la tristeza se me salió por los ojos: caliente, imparable, húmeda, culpable y vergonzosa.

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