Me regalaste una profecía:
un día me rompería,
y cuando viajamos al futuro
ya era demasiado tarde:
no hubo tiempo de llorar cada una de mis partes
ni palabras de piedad para un par de ojos marchitos,
los días ya no volverán a estar completos
ni las noches serán refugio de tormentas.
Te despedí con abrazos de palabras
y te dejé a salvo en el pasado
en un muelle de recuerdos;
lejano a oraciones y miradas
que dicen ir en nuestro nombre,
porque no puedo ser yo
ni puedes ser tú
los que nos apuñalan en el pecho.
Así, al menos, no me arrancarán mis penas
ni las pesadillas que se tejen con lamentos,
y una vez cumplida la condena
tendré aún un cofre de tesoros:
temores enchapados en oro
y una corona fundida en el corazón
con tu nombre.
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Woah, muy personal, estoy pal hoyo. Ahora, al principio eran unas frases sueltas para unas cositas que estoy dibujando (no se hagan ilusiones, no dibujo bien) y acabó en esto.
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