Qué bello panorama proyectan las luces de una patrulla, cuando la casa está oscura y tú sentada, quieta, en la cocina. Las luces verdes y rojas te trasladan a la navidad pasada, la más pasada, cuando eras solo una niña frente a tu primera bicicleta mal envuelta, porque, ¿cómo envuelves una bicicleta?.
Las luces del carro policial te resultan hermosas hasta que se detienen frente a tu casa y llaman a tu puerta, cuando la derriban y encienden las luces, cuando tú vez en tu mano un cuchillo y al que había sido tu espsoso tirado en el suelo, cuando en tu mente solo hayas un pensamiento:
Se lo merecía.
Entonces te encuentras con las palabras crudas de un par de hombres, que saben a realidad, y te dices a ti misma que no te entienden, porque son hombres. Hombres como al que asesinaste, y huelen el homicidio de la sangre hermana y no entenderán, no lo intentarán si quiera porque has matado a uno de su piara.
Sueltas el cuchillo y tratas de correr, pero te cortan el paso y
¿qué puedes hacer?
Correr
y corres
corres
corres
y crees hallar consuelo en la ventana abierta
y te lanzas del segundo piso
y sientes como te rompes de alivio
y el sentimiento dura
y dura
y dura
y se acaba el consuelo, que significa la muerte.
-----
la ilustración es de la autoría de Arthur Rackham
-----
la ilustración es de la autoría de Arthur Rackham

No hay comentarios:
Publicar un comentario