Cuando la mujer mayor mete el dedo índice y pulgar al plato de comida, para ayudar al trasto de metal a satisfacerse para que luego el tenedor le devuelva el favor al guiar la comida hasta su boca temblorosa, tengo ganas de hacerle notar su falta a la moral educativa del siglo pasado como ella haría de tener la oportunidad. Sin embargo, se me hace un nudo en la garganta y me quedo callada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario