Según mis cálculos
nunca llegaré a la luna
pero su mirada la jura mía a ratos
mientras tenga tiempo para observarla
y le perdure la lascivia y se quede quieta
para un retrato
de esos modernos que a ella le gustan tanto
pone su mejor cara
y por la otra, se resquebraja
sonríe, y su rostro es un millar de dientes relucientes
a veces desaparece
y yo
la amo.
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