Uno puede sentirse desgraciado con respecto a un montón de cualidades suyas. Uno puede odiarse por completo, pero mientras veo mi letra en la hoja cuadriculada del cuaderno, arrugo el entrecejo más y más a medida que van apareciendo palabras escritas automáticamente, que parecen importantes en la boca de la profesora, y algo burlonas sobre el papel. Me siento realmente preocupada.
No puedo odiar mi letra, por qué, de todas las cosas que de mí detesto, ¿por qué me tiene que incomodar precisamente la letra el día de hoy?
La "c" como una melancólica luna; la "a" a medio cerrar, como un craneo mal operado; la "t" como un crucifijo en una iglesia abandadonada hasta por la fe; y otra vez la "a", obesa mórbida; la "l" como una culebra sin amante; la "i" como un soldado sin personalidad; la "n" como un banco cojo, mal pintado, y otra vez la "a " a la siga, rastrera. La odio, la odio, la odio.
Odio mi letra el día de hoy, y eso que a veces siento que es lo más parecido a mí, lo que más de adentro me sale, si hasta las "h" parecen ventanas. La letra, la ventana del alma. Metáfora a la colección. Sin embargo, hoy parece ajena y tuerta, muerta, coja...algo le falta: ¿un punto final?, ¿algún corazón que las adorne?, un abrigo tal vez; se ven tan frías, apenas tomándose de las manos entre ellas y a veces, se asoma una "y" tan solitaria, que me da pena hasta el llanto.
Me gusta mi letra, pero hoy la odio, y es algo bastante peligroso: temo que noten la compasión que me despiertan y se metan bajo mi uña, me matarán por dentro, ellas que son tan solas, tan tristes, tan gordas;inclinadas, temblorosas, con faltas y fallas, repletas de venganza y de amor.
No sería una muerte tan desgraciada.
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la imagen es de Salvador Dali, "el escorial y caligrafía catástrofe", se llama en español.
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la imagen es de Salvador Dali, "el escorial y caligrafía catástrofe", se llama en español.
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