domingo, 8 de septiembre de 2013

11 de Septiembre, 2013

 

—No entiendo la pregunta

—¿Usted estaba consciente de todas las torturas que se realizaban mientras estaba sentado en su cómodo sillón?

—Lo que no comprendo es el concepto de tortura, a veces siento que vivimos épocas diferentes, todos saben que las cosas estaban más que bien.

—¿Bien?, ¿lo dices en serio hijo de puta?—El conductor tiró a un lado las tarjetas que dictaban la pauta y las preguntas que debía hacerle al señor Torturador Pasivo,  quería deformarle la cara a golpes, pero en ese momento un par de guardias lo sacaron del set. En su lugar entró el doble, ese que podía imitar la voz, y la crisis televisiva fue resuelta. Ahora nada más tenían que hacer un plano permanente desde la nuca y apuntar la lente siempre al entrevistado.

Fueron a comerciales por quince minutos mientras le explicaban al señor Torturador Pasivo que el doble sería el que lo entrevistaría ahora.

—Bueno, bueno, acá estamos otra vez—Empezó el nuevo conductor—La siguiente pregunta es: varios de su clase política y edad, afirman que no existe realmente ningún desaparecido, sino que es una estrategia política; ¿usted opina igual?

—¿Podría hacerme una pregunta de verdad?, estoy harto de todas esas trampas, tanto usted como yo sabemos muy bien que no existe tal cosa como desapariciones, también sabemos que no hubo tortura. Todo fue perfecto, radiante, esplendoroso—Sonrió a la cámara.

—Ya lo ven señores—Habló el conductor—Tanto ustedes en sus casas, como yo, estamos enterados de las atrocidades de las que fue víctima Chile y sus habitantes en época de dictadura, sin embargo, muchas personas dicen que estas no son más que injurias a pesar de toda la evidencia que se posee. Damas y caballeros, hoy rebelaremos este misterio tras la actitud de algunos chilenos...luego de una pequeña pausa comercial.

En ese momento el señor Torturador Pasivo comenzó a reclamar que eso no era parte del contrato y que ya habían excedido el tiempo estipulado, pero todo se calmó cuando le ofrecieron más dinero.
El conductor original volvió a su puesto, ya más calmado y con una mirada de burla—Ahora vamos a ver qué mierda tienen tú y los de tu tipo en la cabeza—Le dirigió una mirada de odio al doble y lo echó a palabrotas y patadas de su sillón.—Y ahora, me pondré cómodo para ver tu caída.—Sonrió una vez más mientras le gritaban que estarían al aire en tres, dos, uno.

—Bienvenidos otra vez, como ya adelantamos antes de la pausa, hoy vamos a desvelar uno de los grandes misterios de este país con la ayuda del Doctor. Démosle un aplauso.

La grabación de vitureos jubilosos comenzó a sonar mientras un hombre en bata blanca entraba en el set.

—Hola Doctor, díganos, ¿cuál es su teoría respecto al comportamiento del señor Torturador Pasivo y otros como él?

—Oh, no tengo ni la más mínima idea.

—¿Disculpe?

—Pero lo averigüaremos ahora, usando la técnica de la hipnosis—Anunció con entusiasmo, mostrando una especie de yoyo metálico pendiendo de sus dedos—Nos dirá todo: lo que miente, lo que oculta...incluso lo que cree ignorar—Se dio vuelta a mirar al señor Torturador Pasivo—Claro, si usted está de acuerdo con todo esto.

—¡Por su puesto!—Declaró en seguida—No tengo nada que ocultar.

Los preparativos se hicieron de inmediato y frente a cámara, el señor Torturador Pasivo se tendió en el sofá y el Doctor pidió una silla para sentarse a la cabeza de él, el conductor se mordió los labios con fuerza al verse desplazado del protagonismo.

—Muy bien, señor Torturador Pasivo—Comenzó hablando el Doctor mientras movía el yoyo haciendo de péndulo frente a los ojos de su interlocutor—Usted está sintiendo mucho, mucho sueño.

—Oh, vamos—Se burló el animador del programa—¿Usted cree que funcionará?

El Doctor le dirigió una mirada de astucia mientras el señor Torturador Pasivo cerraba los ojos—Pues ahora lo veremos, mi estimado—Le sonrió y luego volvió a fijar su atención en la persona que estaba sobre el sofá—Cuando yo cuente hasta tres, usted estará en el once de septiembre del setenta y tres. Uno...¡tres!—Gritó, y todas las cámaras se enfocaron en los párpados cerrados y temblorosos del señor Torturador Pasivo—¿Me escucha, caballero?—Preguntó luego de un rato el Doctor.

—Sí, sí—Le respondió con voz temblorosa.

—Dígame, ¿dónde está, qué ve?—Volvió a preguntar, apremiante.

—En mi casa, escucho la radio, ¿bombardearon el palacio?, ¿no se nos habrá pasado la mano?—Comienza a hablar con preocupación—¡Bah!, yo tengo mis manos limpias, y ese huevón de Allente que trata de mantener el mentón bien alto a pesar de tanta picantería, ¡de tanta miseria!—Se agitó—Ah, pero no debieron bombardear el palacio, solo le dan más mérito a esos maricones—Se continía quejando— Ahora me estoy levantando de mi sillón, tengo que ver gente y hacer unas llamadas, alguien tiene que ver lo que andan haciendo estos huevones, no se vayan a subir por el chorro estos solda'itos—Ríe con los ojos aún cerrandos, moviendo sus piernas mentras aún permanece acostado en el sofá—No hace falta caminar mucho, en la calle también hay muchos soldaditos, entran a las casas y nos piden que los acompañemos, nos meten a grandes camiones con familia incluída, y allí adentro escaseaba el espacio y el aire y nadie acepta mi dinero ni las joyas de mi mujer para hacerse a un lado. Cuando el transporte al fin se detiene nos dicen que bajemos, nos llevan en filas hasta un gran salón donde  hay una gran pantalla. ¡Es el teatro!—Y luego silencio.

—¿Y entonces, qué pasó?—Intervino el Doctor al ver que el otro no continuaba, miró directamente a la cámara tres.

—Nos pidieron que tomáramos asiento y la pantalla se llenó de luz.

—¿Y entonces?

—Me di cuenta, todos lo hicimos, que todo estaba perfecto. Nos llevaron a nuestras casas por separado, cada uno en su propio carruaje multicolor, guiado por dos unicornios de colores pasteles.—Finalizó su relato con una sonrisa.

—Bien, ya es suficiente—Dictaminó el Doctor, haciendo chasquear sus dedos para despertar al señor Torturador pasivo.

—¿Ya se dio cuenta?, todo está perfecto—Habló el entrevistado apenas abrió los ojos y se acomodó en su lugar, totalmente satisfecho.

El animador lo vio con lástima por varios segundos antes de preguntarle al Doctor—¿Qué significa esto?

—Que les lavaron el cerebro.

—¿Y qué piensa al respecto?—Le volvió a preguntar.

—Que son unos pobres diablos.


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La imagen corresponde al palacio de la moneda chileno siendo bombardeado durante el golpe de estado el 11 de Septiembre de 1973.

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