Pero ya saben cómo es la vida, Dios maduró como cualquier ser; tuvo más responsabilidades, se le comenzaron a apretar los pantalones al ver a las extraterrestres y a los extraterrestres, le dio la maña de estudiar y hacerlo bien, de elegir una carrera inútil y de revolcarse con quien se le diera la gana sobre los azules matorrales del apacible pueblo muerto en donde vivía.
Se olvidó completamente de sus juguetes, abandonados en el patio de la galaxia de la esquina. ¿Qué importaba?.
Ya estaba bien grandecito, regocijándose de la buena existencia de unos miles millones de años que había tenido hasta entonces-y estando aún en la flor de juventud-cuando le dio un ataque de nostalgia al encontrarse con su telescopio de muy antaño. Lo montó-tan mal como siempre-y sorpresa, sus pequeños juguetitos seguían allí, más grandes y menos peludos, construyendo rústicos hogares como si supieran algo de la vida. Sintió algo de lástima por ellos que ni follar bien sabían, entre mirada y mirada a lo largo del día había notado eso y otras cosas más, pero qué, Dios era un granuja pervertido por esa época.
Les ayudó. Amaestró animales y los envió a la tierra con severas instrucciones sobre cosas de vital importancia, como la manera correcta de hacerse un buen pantalón; para sentirlos apretados cuando la naturaleza llamara. Les enseñó también a construir casas exageradas para satisfacer su viejo sueño de ir a al escuela de arte y les regaló libros con historias inventadas por él para que les dieran su opinión; al verlos a todos postrados frente a imágenes de los protagonista de sus cuentos, no pudo sino sentirse muy satisfecho. Aunque siguió quedando último en los concursos literarios de su planeta.
Pasaba el tiempo y Dios era más y más adorado, los animales que enviaba y los que volvían con regalos para él eran numerosos y constantes, y se fue aislando más de su sociedad para estar con aquella de la cual se consideraba creador y sostenedor. Hasta les había inventado diferentes idiomas para confundirlos entre ellos, de códigos divertidos que en su lenguaje significaban cosas ridículas como 'amor' o 'bondad'. Se divertía un montón con esos peques que se habían propagado por la tierra, así había decidido llamar-no muy originalmente-a su centro de recreación, como una verdadera plaga de Snarganturs. De verdad se ganaron su aprecio cuando empezaron a decirle 'Padre', que en el idioma de los humanos-así le había puesto a sus mascotas-significaba 'incubador segundo' y en su propia habla 'albóndiga', que cosa más tierna, ¿no?
Fue en uno de esos ataques de ternura , cuando un día decidió que quería vivir con ellos, ayudarles de cerca y por qué no, ser adorado en vivo y en directo por esas pobres criaturas que apenas vivían un respiro. Le dijeron loco, y encerraron a sus incubadores, para que nunca más saliera del huevo un ser tan tonto y desgraciado como lo era Dios. Los jóvenes se reían de él y los viejos lo condenaban al hielo del núcleo planetario. Dios confirmó su sospecha: solo sus humanos lo querían, y más deseos tuvo de ir con ellos.
¿Cómo esperar que alguien, que no sabía montar adecuadamente un telescopio, pudiera construir si quiera el más básico modelo de nave espacial?
Él creyó que podía. Él se subió a su chatarra mal fundida con la esperanza se echarse una larga siesta, que al despertar estaría en un lugar donde no sería el más tonto, ni el más nefasto engendro que pudo pisar el mar; sería grande, poderoso, sería amado y adorado. Estaría en casa.
Qué iluso.
Dios falleció cuando el motor de su cacharro falló. Murió calcinado en un sol menor de su galaxia.
Y los hombres quedaron a su suerte.
Nadie lo lloró, pero algunos humanos intuyeron su muerte entre vómito y vómito en alguna letrina mal aseada, luego de la borrachera del sábado. Intuyeron su muerte cuando dejaron de recibir los puercos alados que ellos habían llamado ángeles, cuando los que quedaban en la tierra empezaron a morir. Intuyeron su muerte cuando pedían su opinión o su ayuda y él ya no contestaba como antes, ni a cambio de las más graciosas vírgenes que solían disfrazar de brujas. Intuyeron su muerte cuando ya no había nadie a quién echarle la culpa más que a ellos mismos.
"Dios ha muerto y ahora todo es posible"
Escribió uno, como lanzando un grito de guerra.
Si Dios hubiera estado vivo, lo hubiera matado de un garrotazo.
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La imagen es una pintura llamada "Al juzgar Dios a Andán" (en español) y es de William Blake
Un relato espectacular. Me quito el sombrero.
ResponderEliminarMuchas gracias, caballero.
EliminarSabes que siempre me gustan las cosas que escribes, pero esta me pareció en particular e interesante. Genial :)
ResponderEliminarme alegro que te haya gustado :D, gracias por leer.
Eliminar¿Sabes? Te encontré por FF.net y después de leer varios fan fics tuyos de SoulxMaka, dejarte al review, porque a mí también me encanta, entro aquí y al leer esto, el cambio es tan impresionante que yo también me quitaría el sombrero si lo tuviera.
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