jueves, 14 de febrero de 2013
Cicuta para los latidos
¿Es normal estar consciente mientras tu latido muere?
lo siento vibrar en mi cuerpo,
desapareciendo,
deslizándose lentamente por mis labios
tiene el mismo sonido que un llanto
se está desvaneciendo y está gimoteando.
No estoy enloqueciendo, ni enamorando
¿No lo oyes declamando?
¿Qué sucede allá adentro?
no sé por qué salvarlo
ni cómo
ni por quién
ni cuándo.
Sé de algo que desaparece y que mis ojos se está llevando
la espiral de la cordura se mueve
¿Hace cuánto tiempo está ladrando?
Quizás un doki-doki,
un talán-talán,
un tick-tack apresurado, para poderte atrapar
no recuerdo mi latido
ni tu rostro de Adán
ya no soy la misma y no me siento fatal
me es indiferente, y me siento caníbal
¿Podría tal vez, en algún desvelo, haber dejado morir una niña?
¡Que pena dan, las penas de tumba!
No te olvides nunca de la que miraba la luna.
¿Le llamaba latido?
¡Dejémosle que muera!
En una explosión, se acabará esta historia hueca
nos saltamos el principio
y ya leímos el final.
Sé un cómplice paciente, es mi primer asesinato
es el ruego de una muerta,
de un cuerpo asesinado.
Estás a mi lado y mi corazón no late
los que te hayan querido compartirán esta parte:
no nos vamos a morir y muero
debería morir en mi propio destierro
no me conozco ni reconozco,
te miro expectante y mi corazón no late.
Necesito un espejo
quizás ya no me abraza mi cuerpo,
aleteas confundido y dolor no siento,
el matiz terroso de la vida
la tiza de las palabras dulces
no sé donde quedaron y aún espero encontrarles.
El corazón caminando y tú al alcance,
la boca abierta si desea algún escape
¿Cuántas veces lo rogó?
si se va ahora, entre más pronto, mejor
me asusta su afán de esconderse y de silenciar sus pasos,
el latido tartamudo no tropieza
¿Deberé resignarme a perder tan deliciosa tormenta?
Tú y yo, esperando la cicuta
¿Quién de los dos se embriagará primero en la culpa?
si ya no estoy muriendo,
ni tú lo hiciste en el nombre de lo eterno
faltaste a la etiqueta y a las buenas tragedias.
Al latido es preciso, despedirlo en calma
ya no es más que un rumor,
triste y quieto,
del alma.
Al foxtrot desenfrenado, una tumba bien adornada,
a las estrellas con nombres, dejémosles que caigan.
Yo seguiré viva,
patinando en las nubes que vimos sufrir.
No esperes más mis latidos,
ya los dejé morir
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