lunes, 16 de febrero de 2015

Un día

me percaté que la ciudad estaba cubierta por una densa capa de humo. ¿En verano?, rara cuestión. Tampoco había escuchado la sirena aullante de los bomberos y mi cabello estaba libre de cenizas, decidí salir a caminar. Hacía calor y estaba transpirando, había un perro muerto en el pasto y me dio mucha pena, pero no hice nada; la ciudad estaba vacía.
Cuando volví a mi casa la puerta estaba abierta, en el patio estaban haciendo un asado, todos estaban comiendo carne pero ese día no jugaba Chile.

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