martes, 23 de diciembre de 2014

Cuento interestelar

La primera vez que vi un ovni, fue cuando era cabra chica y miraba el cielo por la ventana porque las nubes se movían rápido por el cielo nocturno. Eran unos platillos de pura luz que atravesaban las pelusas de tormenta de invierno. Me emocioné tanto que me puse a llorar, pero no le dije a nadie nada nunca porque eran mis ovnis, y a lo mejor por guardarles el secreto se hacían mis amigos y me daban regalos.
La segunda vez que vi un ovni, fue cuando era cabra chica y miraba el cielo mientras mi mamá me arrastraba por las calles oscuras después de quedarnos atascadas mucho rato en el supermercado. Eran unos platillos de luz pura que atravesaban las pelusas de tormenta de invierno, que ese día  estaban especialmente bajas. Un halo de luz bajaba de ellos y me puse nerviosa porque no quería que mi mamá los viera, además, por muy bien que me cayeran mis nuevos amigos, no quería ir a otra galaxia con ellos. Seguí la trayectoria de la columna luminosa y cuando llegué al final, me puse a llorar, porque no era un rayo teletransportador de una nave espacial; ¡ERAN LAS LUCES DE UN CIRCO DE MIERDA QUE SE REFLEJABAN EN LAS NUBES DE TORMENTA DE INVIERNO, QUE ESOS DÍAS HABÍAN ESTADO ESPECIALMENTE BAJAS!.

Esa es la historia de por qué odio los circos que vienen a esta ciudad.


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