así que cuando me dijo que era una goloza me concedí el lujo de preguntar por qué y ella me respondió
—¿Y tú lo preguntas?, el queso te lo comiste tú
y no supe si reír o llorar o volver a hablar de la teoría de las coincidencias y el pañuelo para los mocos de la alergia, que es el mundo.
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