jueves, 27 de noviembre de 2014

Futuro del fantasma posible

A veces pasa: con mi gata nos miramos fíjamente a los ojos y, por un segundo, compartimos el pensamiento. Una fibra eléctrica que nos conecta a través del espacio se retuerce entre nosotras y, entonces, nos llenamos de comprensión. Cuando estamos muy cerca, veo mi reflejo en sus grandes pupilas dilatadas y también miro todo lo demás; observo, tras de mí, un hombre vestido de todos los colores que levanta un hacha. Me va a matar. Doy vuelta mi cabeza y el cuello me arde por lo repentino de la acción, no hay nadie.

No hay otra explicación, debe ser alguna profecía que se me revela. Y no temo, porque soy experta en consolarme: probablemente, es el futuro de otra yo, en otra dimensión; el futuro de mi fantasma del pasado; el presente de mi yo de luz de hace unos segundos más adelante en el tiempo no lineal; un recuerdo de esta casa que quién sabe si está maldita o no; la posibilidad funesta de alguna hermana en el mundo; un truco de mi gata que me quiere tanto como para regalarme acertijos de vez en cuando.

Yo me quedo tranquila, a mí solo me dan miedo los humanos del presente.

El gato mediterráneo, Balthasar Klossowski

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