Me hice un septum y a la semana me resfrié. Las primeras veces me soné la nariz frente a un espejo de puro morbo, para ver qué pasaba con los mocos: si se desbordaban, si el aro se interponía en su camino, si dolía, qué tan desagradable me vería, qué tanto incomodaría a las personas a mi alrededor (ojalá mucho)...
pero no pasó nada interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario