viernes, 20 de junio de 2014

Puta bruja

Yuji Moriguchi
Estaba menstruando y en el papelero del baño ya no cabían más papeles. Al intentar echar uno más este se cayó y, para mi sorpresa, no me importó para nada.
Dejé que la imagen pasara fugaz por mi cerebro, junto con una leve punzada al pensar en esa etiqueta estricta a la hora de asegurar el encierro de la sangre de mujer frente a la familia intrusa que vendría de visita el día de mañana, probablemente. Continuando con el papel ensangrentado: no cayó en su lugar y yo decidí que me daría el lujo de dejarlo ahí, en el suelo, que no llevaba encima ningún ánimo para levantarlo y que no tenía la mínima relevancia para mí, ni la tendría mañana aun si la cama amanecía toda manchada y entrara mi padre al baño y pegara un grito en el cielo.

En la mitad de la noche mi vejiga me ordenó volver al lugar de los hechos y sobre el papel bailaba una babosa brillante: se retocía rápida y un sendero de escarcha líquida recordaba la existencia de una danza lijera al rededor del botín antes de lanzarse hacia el. En la oscuridad se veían más bichitos, espectantes a su turno. Tomé el papel con indiferencia y lo tiré al retrete para luego jalar la cadena, hice lo que iba a hacer en un principio y luego volví a la cama, a encojerme en medio del dolor y el frío de mis pries desnudos, de las sábanas heladas y el ronroneo de mi estómago vacío por treinta y seis horas en aumento.

Había entrado en las pesdillas recurrentes cuando algo se movió en mi pierna y desperté agradecida, me levanté de la cama y prendí la luz: era una babosa, que parecía empeñada en tratar de arrancar un pedazo de mí con su boca de agua burbujeante. 

Criaturita, no eres una sanguijuela. Y me sonrío como loca, yo sola. 

Al otro día, después de una noche de tres horas, la familia lejana viene y yo la odio. Se sientan en mi sillón favorito y empiezan a hablar mierda de la otra familia que no ha venido y que no odio. Voy al baño y saco de su paraíso a mis babosas gordas de sangre y pesadas de cuidados, las llevo al comedor y se las pongo en el cuello a los ignorantes y estos se retuercen en el suelo y me miran con terror y piden auxilio mientras las pequeñas les retuercen la piel en busca de comida, creo.

¿O es porque les pedí por favor que mataran a esos imbéciles?

2 comentarios:

  1. Loco, no soporto tus cosas, porque son tan cooles y buenas que me hacen sentir mal, es como la vida y la muerte metidas en tu mente y las compartes y yo me siento mal cada vez que las veo, pero te amo y me siento bien, entonces todo es felicidad; hasta una babosa y un ornitorrinco suena bien contigo UvU 

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    1. Vero "erí muy gaaaay" (adivina a quién cito) jajaja te amo y también me siento bien que leas mis cositas y que te suenen bien ^o ^ y van a estar ahí tocándote la puerta para siempre así que jaja me alegra que se te hagan kakkois

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