Yuji Moriguchi |
Dejé que la imagen pasara fugaz por mi cerebro, junto con una leve punzada al pensar en esa etiqueta estricta a la hora de asegurar el encierro de la sangre de mujer frente a la familia intrusa que vendría de visita el día de mañana, probablemente. Continuando con el papel ensangrentado: no cayó en su lugar y yo decidí que me daría el lujo de dejarlo ahí, en el suelo, que no llevaba encima ningún ánimo para levantarlo y que no tenía la mínima relevancia para mí, ni la tendría mañana aun si la cama amanecía toda manchada y entrara mi padre al baño y pegara un grito en el cielo.
En la mitad de la noche mi vejiga me ordenó volver al lugar de los hechos y sobre el papel bailaba una babosa brillante: se retocía rápida y un sendero de escarcha líquida recordaba la existencia de una danza lijera al rededor del botín antes de lanzarse hacia el. En la oscuridad se veían más bichitos, espectantes a su turno. Tomé el papel con indiferencia y lo tiré al retrete para luego jalar la cadena, hice lo que iba a hacer en un principio y luego volví a la cama, a encojerme en medio del dolor y el frío de mis pries desnudos, de las sábanas heladas y el ronroneo de mi estómago vacío por treinta y seis horas en aumento.
Había entrado en las pesdillas recurrentes cuando algo se movió en mi pierna y desperté agradecida, me levanté de la cama y prendí la luz: era una babosa, que parecía empeñada en tratar de arrancar un pedazo de mí con su boca de agua burbujeante.
Criaturita, no eres una sanguijuela. Y me sonrío como loca, yo sola.
Al otro día, después de una noche de tres horas, la familia lejana viene y yo la odio. Se sientan en mi sillón favorito y empiezan a hablar mierda de la otra familia que no ha venido y que no odio. Voy al baño y saco de su paraíso a mis babosas gordas de sangre y pesadas de cuidados, las llevo al comedor y se las pongo en el cuello a los ignorantes y estos se retuercen en el suelo y me miran con terror y piden auxilio mientras las pequeñas les retuercen la piel en busca de comida, creo.
¿O es porque les pedí por favor que mataran a esos imbéciles?
Loco, no soporto tus cosas, porque son tan cooles y buenas que me hacen sentir mal, es como la vida y la muerte metidas en tu mente y las compartes y yo me siento mal cada vez que las veo, pero te amo y me siento bien, entonces todo es felicidad; hasta una babosa y un ornitorrinco suena bien contigo UvU
ResponderEliminarVero "erí muy gaaaay" (adivina a quién cito) jajaja te amo y también me siento bien que leas mis cositas y que te suenen bien ^o ^ y van a estar ahí tocándote la puerta para siempre así que jaja me alegra que se te hagan kakkois
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