¿Ya no existe la tragedia
o nos olvidamos de quiénes eran los padres de nuestros padres?
entonces, la cura a la tragedia es el olvido,
hasta que nos apuñalamos el corazón de pura ignorancia,
pero mientras el dolor sea un cosquilleo que no se compara al remordimiento
la vida continúa.
La vacuna contra la tragedia es la misma que para el amor
¿Y qué?
Cuando se cayó mi espíritu
nadie me llamó santa,
ni corrieron a darme algo de agua fresca,
y eso que la tragedia ya no existe,
la gente igual se arrastra con las rodillas ensangrentadas de tierra y agua bendita.
No hay nada más tétrico que una canción sonando en la iglesia,
ni cosa más terrible que un aborto público
en el circo de una cruz.
Pero oye, al menos el Jesús bajó a la tierra, dicen,
yo no bajo ni de mi cama.
La tragedia ya no existe, pero muy bien me la invento:
entre sueños y pesadillas,
entre las viejas costumbres y creencias,
en palabras dichas hace un millón de años, hace un segundo:
las acumulo desde que abrí los ojos
y ejecuto mi propia crucifixión.
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