A veces pasa, ¿sabes?. Tal vez el cuerpo tiene gula propia; o es que el cuerpo, tan de humanos, siente ambición de su propio contenido y propósito. Tal vez el cuerpo tienen un amor demasiado correspondido. Es así, te digo, que a veces pasa. Quién sabe por qué sucede, a quién le importa, si ni quien posee la llama del deber (porque alguien debería tenerla, ¿no?) se molesta en perseguir el defecto o el perfecto; o es que ya nadie vela en esa fábrica vacía, y los accidentes se acumulan como platos sucios, como pelusas bajo una alfombra blanca, pecados con el apellido de la necesidad y el descontrol. Quién sabe, pues, pero sucede, en alguna parte de la trasición de la muerte del alma para la vida del cuerpo, tú sabes.
Parecen personas normales, quizás algo más nerviosas que el resto, pero tienen una guerra muy adentro, escondida entre las capas de biología y medicina: tienen más de una alma, muchas más que una. Que sí, te digo.
Sufren trastornos de personalidad y vacíos existenciales, suelen tener dislexia o déficit atencional: porque tienen demasiados recuerdos y gustos, a veces múltiples idiomas que parecen venir de la nada, alergias cambiantes y gustos fugaces, razas completamente distintas peleándose el continente de la piel y el dominio del timón cerebral. Es un infierno.
Pero esta historia trágica tiene un superhéroe, un valiente: su nombre, no importa; su género: menos aún; pero ah, tenía tantas almas atoradas en la gargata, pobre cosita. La desesperación llegó hasta el punto más alto y más allá: se concretó en una tristeza inapelable, en una sensación pegajosa que solía desaparecer con la ducha y la siesta, pero que siempre volvía al abrir los ojos...así decidió que ya no quería abrirlos más.
¡SORPRESA!
En vez de desaparecer de la faz de la tierra por un buen rato, como esperaba, solo una de las almas se había callado en su interior, dándole paz. Entonces se tiró de edificios, se lanzó a mar abierto, murió de sed y de hambre, murió quemado, murió en nombre de causas sociales a las que les venía bien un suicida, murió de muchas formas: casi fue divertido.
Se podría llegar a pensar que aquellos que tienen muchas almas tienen una vida duradera y hasta inmortal, no, este héroe salido de la nada es solo la excepción, porque las almas son liberadas del golpe del cuerpo cuando alguien muere, se supone.
Se deshizo de todas las almas, hasta de la suya: con esta última tuvo que tener más cuidado, se asfixió con la delicadeza de una madre y entonces solo le quedó el cerebro, el cuerpo, el estómago y el corazón.
Sin alma consumiendo al cuerpo ni apurándolo para volver a casa, o tal vez solo por suerte, no envejeció más y su tiempo se detuvo. Después de dos lamentables pruebas, descubrió que solo él tenía el poder de despachar a las almas una por una, si es que no las mataba del todo; así pues, como un verdadero dios de piedad empezó a vagar por el mundo, salvando a los pobres humanos que padecía el mal del alma múltiple a cambio de comida y a veces, de besos.
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