Tu color favorito es el verde,
entonces
podría llegar a pensar
que me han mentido
(dijeron, cantaron y escribieron tantas cosas)
¿pero cómo culparlos de no conocerte?
además
el color que gotea de mi memoria
cuando no hay paloma con quién enviarte el aviso de tu recuerdo,
es rojo
tan cálido
y sonriente
como una palabra tuya, leída en el silencio.
Guíen pronto tu recuerdo de vuelta a su aposento en mi cerebro, lejos de mis mejillas
de pronto rojas
cálidas y sonrientes
a merced del tráfico.
Roja también es la sangre
que se bombea a toda prisa sin tener qué le persiga o la espante
solo con una brisa
que tiene algo de ti
y de mí
y de un susurro enviado
a través del segundo de un centímetro
o de miles de kilómetros.
Sangre roja
borboteando encantada
con una flauta lejana
que deja tu nombre grabado,
cercana cada vez que un pensamiento mío te pronuncia
cuando tengo que combatir las preguntas dragonas,
y mi propia curiosidad enana.
Tu melodía es dulce
y debe ser roja,
lo suficientemente roja, para hacerme tiritar de emoción
y de tierna calma.
Y rojo, rojo debe ser el color de tu ausencia
porque hay algo en mí incendiándose;
arden las yemas de los dedos
y las pupilas nerviosas
anhelando un tenue reflejo del reflejo de tu alma,
de fuego tuyo que me ate
y me jale a una niebla de posibilidades
que muertas caen , cenizas con tu partida
que vivas saltan, envueltas en llamas
rojas
cuando dices sin saber que se dijo
se escribió
o se cantó
por el rato en que le faltaste a mi mente.
Tinta roja, cuando quiero simular una explosión violenta en mi boca avergonzada
y esos tiritones en mis dedos vacilantes de curiosidad
que tú no puedes ver
tinta roja
para mostrarte todo eso por un momento.
Cuando lanzas un te amo y yo casi lo oigo
cuando el rojo se enfría y se alivia mi corazón
cuando extraño el rojo y lo pido a ruegos
cuando vuelve y lo anido, para que no me deje nunca más,
entonces creo lo que dijeron, escribieron y cantaron
que el rojo es el color del amor
y quema
y marca
como cada pensamiento que cae y hace eco de ti.
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