Mi papá me contaba este cuento en donde muchos volantines debatían quién era del color más bonito. No les pienso contar el relato entero, porque es mío; un recuerdo que se va y se devuelve justo en los momentos de crisis. Y no se los pienso dar.
(Lo que pasa es que siempre cambiaba la historia y si trato de contarla terminaría enredándome, y enredándolos sin amarrarlos y sin tener cordones ni manos para ayudarles a salir de tal desorden)
El punto es que a veces ganaba el azul, porque es el color del cielo y sin importar cuantas nubes haya bajo él, el azul siempre está allí arriba; otras, ganaba el rojo porque es el color de la sangre y muy muy secundariamente, del amor; algunos días ganaba el amarillo porque es el color del sol y ese tipo nos manda a todos.
Todo dependía de cuántos tragos llevaba encima.
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vocabulario
volantín: así se le llaman a los cometas/papelotes en Chile.

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