¿Tienes techo en tu casa?
Ya lo sé. Pero no es una pregunta tan obvia como parece, mi papá siempre me decía que había gente que prefería dormir en la calle para mirar las estrellas en la noche.
Yo tengo techo, es blanco y cuando llueve hay que poner dos ollas en el pasillo.
Cuando era pequeño siempre intentaba saltar y alcanzarlo, ¿por qué?, no tenía ningún propósito realmente, solo quería ver que tan alto podía llegar o averiguar qué textura tenía, si al tocarlo caerían las arañas de sus guaridas y yo podría cumplir la promesa que le hice a mamá, esa en donde yo la salvaría de cualquier peligro, empezando por la arañas que la hacían gritar hasta el llanto.
Pero la vida suele estrangularte.
En aquella época en donde todo te parece un sinsentido, y te da la manía de preguntar hasta tu nombre cada vez que tienes la oportunidad, mi papá, harto de todo eso, descubrió una manera para callarme.
—Cuando toques el techo, te lo diré.
Sonaba factible para mí, que siempre había deseado hacerlo.
Comenzaron largas tardes de práctica en donde todo lo que hacía era saltar y saltar para tratar de alcanzar ese cielo artificial de estrellas invisibles, día tras día, pregunta tras pregunta, brinco tras brinco, mi padre lanzando una exclamación media sorprendida y media burlona cada vez que me veía en esa tarea, ¡y que haya tenido el descaro de llorar en mi graduación!
—¿Por qué creciste tan rápido?
Ahora que puedo alcanzar el techo tan solo levantando el brazo por sobre mi cabeza...Desearía vivir en la calle para poder ver las estrellas.
*-* Demasiado hermoso, simple pero realmente delicioso.
ResponderEliminarMe encantó, simplemente eso. Creo que es fantástico.
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