jueves, 11 de abril de 2013

Cotidiano

Devoro palabras porque no puedo vivir sin ellas, porque dependo de ellas, porque me he enamorado perdidamente de ellas, loca, apasionada, perdidamente de ellas, tan serenas, tan brillantes, tan sueltas, tan diferentes, tan iguales las unas de las otras, me recuerdan una boca que vuela naranja sobre el pasto: esos labios libres que han llamado mariposa.

A mariposa deberías cambiarte el nombre porque eres quien escribe una sonrisa en este rostro, y quien planta semillas imaginarias entre los pétalos de la tierra que yo devoro y devoro y devoro, con el solo propósito de vivir unas cuantas horas más sin ti.

Tú, ¿cuántas palabras has creado en este par de horas, mientras volabas impávida y lejana a los mortales?
¿cuántas migajas me lanzarás esta vez?
no tengas piedad
yo solo he de devorar el polvo de tus movimientos para poder vivir, para tener algo de ti, para poder seguir pensando, creyendo, que con esos trozos de nubes que recolectas yo podré decir algo coherente, escribir un cuarto de las cosas que quiero decirte; que te llamas mariposa entre sueño y sueño, que he viajado por tantas noches, que he saltado con fuerza de innumerables abismos y que aún así no encontrado cosa igual a ti.


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