Cuando me pusieron internet, después de largos berrinches y de comparaciones hechas hipérboles, lo primero que me advirtieron mis padres es que tuviera cuidado; que en internet había gente rara, pervertida, desconocida y sitios de igual calibre, que allí encontraría de todo, desde lo más enfermo hasta las cosas más lindas.
Y yo, ¿qué hice?
Pues, lo primero, hablar con extraños.
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You: Hola!
You: hay alguien ahí?
Stranger1: dios míoFUNCIONÓ IUNCEPAOKSL,AMHDAÑLJK
You: ? ???? O.O
Stranger1: no sabes cuanto quería conocerte
You: nos conocemos?
Stranger1: algo así, pero si te dije que lo iba a lograr
Stranger1: ¿Clara, estás ahí?
You: CÓMO SABES MI NOMBRE?
Stranger1: Tú me lo diste tontita, acuérdate, me llamo Rebeca
You: se supone que por acá se habla con extraños…
Stranger1: demasiado desconfiada para tener solo…¿ 14 años?
You:O.O
You:O.O
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Y sin embargo, ella no parecía una extraña
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Rebeca: ¡Feliz cumpleaños!
Clara: Dices eso, pero, ¿cuándo es tu cumpleaños?
Rebeca: En diciembre
Clara: ya, ¿y cuántos años tienes?
Rebeca: se-cre-to
Clara: ...
Clara: ¿Hace cuánto somos amigas?
Rebeca: Hace mucho, mucho, mucho tiempo
Clara: y ni sé dónde vives, cuántos años tienes, ni quieres conocerme en persona
Clara: te odio
Rebeca: Te dije que soy de Australia
Clara: Y de Argentina, y de Grecia, y de Italia, y de Londres y… ¿debo seguir?
Rebeca: es más entretenido así, el misterio y todo eso
Clara: ¿estás segura que no eres una especie de viejo pervertido de la internet?
Rebeca: ¿y si te dijera que lo soy?
Clara: …. :/
Rebeca: ¡ERA BROMA! JAJAJA
Clara: Muy gracioso
Rebeca: Me conocerás cuando menos lo esperes
Clara: te odio
Rebeca: sabes que no es verdad
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Era simpática, divertida y muy extraña, parecía conocer hasta el último rincón de mi mente. Yo en cambio, no sabía nada de ella. Solo que nos habíamos hecho amigas de una forma ridícula y que, ridículamente, le había adquirido un cariño desmesurado y enfermo. Ser ingenua e indiferente con mis padres en esa época, son las características que siempre apreciaré de mi adolescencia, pues fue gracias a eso que terminé no solo conociéndola, sino también dándole mi correo personal y contestando cuanta pregunta me hiciera, aunque me hubiera gustado guardarme unas cuantas respuestas, para torturarla como ella solía hacerlo con mis inquietudes.
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Rebeca: te conectaste, estaba tan asustada
Clara: ???
Rebeca: El derrumbe que hubo en tu universidad
Clara: no pasó nada, ¿dónde viste eso?
Rebeca: las noticias
Clara: voy a prender la tele
Clara: ¡mentirosa!
Rebeca: que no
Clara: ¡MIERDA, SE DERRUMBÓ MI UNIVERSIDAD!
Rebeca: Te lo dije
Clara: ACABA DE SUCEDER NO ME VENGAS CON ESAS , ¿ES QUE ERES TAMBIÉN UN MAGO?
Rebeca: Tal vez
Clara: Nunca sé cuando dices las cosas en serio
Rebeca: me alegro que no hayas estado en ese lugar
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A veces me hablaba de hechos que aún no acontecían, otras, sonaba demasiado madura.
Nunca contestaba mis preguntas.
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Rebeca: Oye
Clara: ??
Rebeca: te amo
Clara: yo también
Rebeca: no, yo lo digo en otro sentido
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Esas eran palabras con las que no debían jugarse, no cuando se trataba de ella o de mí.
Ella que no contestaba mis preguntas.
Yo que ya estaba enamorada de ella.
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Rebeca: HOLAAAAAA
Clara: hola
Rebeca: ¿cómo estás?
Clara: bien
Clara: ¿Y tú?
Rebeca: amándote
Clara: uuught nooooo
Clara: dices eso, pero no quieres venir a verme
Rebeca: ya me verás
Clara: ¿lo juras?
Rebeca: sí
Clara: te amo
Rebeca: Yo también
Clara: no, yo de verdad te amo
Rebeca: yo también
Clara: mentirosa
Rebeca: no digas eso, duele
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Pasaron los años, y yo esperé impaciente el día en que se apareciera. Lo imaginaba como cuando nos conocimos: ella llegaría como si nada y pronunciaría algo como "funcionó" con una brillante sonrisa.
Nada de eso sucedió. Tampoco quería insistir en el tema lo suficiente para que ella me dijera la verdad, las verdades, ¿quién sabe?, tal vez Rebeca era en verdad un hombre o mujer ya entrada en edad que gustaba de burlarse de las largas conversaciones que solíamos compartir; juntando a varios colegas o compañeros a leer las niñerías de quinceañera que se le ocurrían a Clara, la casi profesora de párvulos, muy lejos de los quince, por cierto. Tal vez ella no me amaba como decía.
Nada de eso sucedió. Tampoco quería insistir en el tema lo suficiente para que ella me dijera la verdad, las verdades, ¿quién sabe?, tal vez Rebeca era en verdad un hombre o mujer ya entrada en edad que gustaba de burlarse de las largas conversaciones que solíamos compartir; juntando a varios colegas o compañeros a leer las niñerías de quinceañera que se le ocurrían a Clara, la casi profesora de párvulos, muy lejos de los quince, por cierto. Tal vez ella no me amaba como decía.
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Clara: mentirosa
Rebeca: impaciente
Si la raza, el idioma, el aspecto físico y el género no son razones para impedirte sentir amor por alguien, ¿por qué habría serlo la distancia? Querer a personas que están lejos de ti-"porque si ella viviera cerca, me vendría a ver" solía pensar-no significa una mentira ni un espejismo cuando tú no lo sientes de esa manera.Rebeca: impaciente
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Aún cuando no los has visto ni en una foto, ni escuchado su voz, ni sabes nada más de él o ella a parte de lo que refleja su carácter o sus palabras...
Aún así era amor. Se sentía como eso, una espera de siglos que al fin llegaba a su fin. Felizmente.
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Rebeca: ¡es hoy!
Clara: mi primer día de trabajo
Clara: voy a morir
Rebeca: sí, eso también jaja
Clara: ¿pasa otra cosa hoy?
Rebeca: tal vez
Clara: ¿lo dice tu esfera de cristal?
Rebeca: no te parecerá tan gracioso más tarde.
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—Su hija habla muy bien para su edad.
—Mi hija no sabe hablar.
—¿Tú eres Rebeca?—Le pregunto yo a la mujer, de melena castaña y figura delgada—¿Tienes una hija y tratas jugarme una broma?—Pierdo el control y ya estoy gritando, miro a la niña, sigue sonriendo y eso hace que enloquezca. Tomo la muñeca de la madre y la aprieto con fuerza, esperando algo sin saber muy bien qué es.
—No permitiré que me traten de esta manera—Dice la mujer soltándose de mi agarre y tomando a su hija de la mano—Tampoco planeo dejar a mi bebé en un lugar como este, con gente como esta—Y se van las dos por donde entraron, mientras la pequeña me sigue observando, aún cuando sube al auto y el vidrio polarizado me impide ver sus ojos color miel, puedo sentirlos en mi cara, el corazón palpita rápido.
Adoro a los niños, por eso estudié para llegar al lugar en donde trabajaría a partir de ese día: un jardín infantil.
Llegué más temprano de lo necesario y todos fueron amables conmigo, me mostraron el recinto aunque ya lo habían hecho cuando aceptaron contratarme y luego, junto a dos mujeres, nos dirigimos a la entrada para esperar a los pequeños. Llegaron con las caras llenas de sueño y dos o tres llorando sin consuelo, era parte de nuestro trabajo no solo despertarlos por completo sino también calmarlos y hasta darles desayuno en caso de necesitarlo, algunos retonoños venían sosteniéndose con fuerza de las ramas de sus madres, otros, abrazados a su pecho, varios fueron dejados con indiferencia por una persona cualquiera y cinco padres nerviosos me dijeron hola y adiós en medio de tiritones; pero ella entró con resolución por la reja, corriendo con sus pequeños pies, tambaleándose pero sin caer, con las mejillas rojas y su madre atrás, gritando su nombre una y otra vez:
—¡Rebeca!
Y antes de que mi cerebro pudiera hacer alguna conexión de importancia para poder entender lo que sucedía a mi alrededor, la niña me tira el delantal y pronuncia claramente, como una adulta—Te encontré—Miro a mis colegas buscando ayuda con la mirada, una de ellas tartamudea.
—Su hija habla muy bien para su edad.
—Mi hija no sabe hablar.
—¿Tú eres Rebeca?—Le pregunto yo a la mujer, de melena castaña y figura delgada—¿Tienes una hija y tratas jugarme una broma?—Pierdo el control y ya estoy gritando, miro a la niña, sigue sonriendo y eso hace que enloquezca. Tomo la muñeca de la madre y la aprieto con fuerza, esperando algo sin saber muy bien qué es.
—No permitiré que me traten de esta manera—Dice la mujer soltándose de mi agarre y tomando a su hija de la mano—Tampoco planeo dejar a mi bebé en un lugar como este, con gente como esta—Y se van las dos por donde entraron, mientras la pequeña me sigue observando, aún cuando sube al auto y el vidrio polarizado me impide ver sus ojos color miel, puedo sentirlos en mi cara, el corazón palpita rápido.
—No puedes actuar así frente a los padres—Me dicen.
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Clara: ¿CUÁL ES TU PROBLEMA?
Rebeca: ??
Clara: me despidieron por culpa de tu estúpida broma, ERA MI PRIMER DÍA
Rebeca: Ah, creo que ya me conociste
Clara: para
Clara: pensé que había quedado claro que esto no resulta nada gracioso
Rebeca: pensé que estarías más entusiasta
Clara: no
Rebeca: soy algo menor que tú pero...ahora ya no es tanta la diferencia, ¿o si?
Clara: ¿en serio?
Clara: EN SERIO
Clara: adiós
Rebeca: ahora recuerdo lo histérica que estabas ese día, casi le arrancas la mano a mi mamá
Rebeca: vale, hasta mañana
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Platón, o uno de los suyos, tenía esta teoría que los dioses nos partieron a la mitad por no sé qué y entonces pasamos el resto de nuestras vidas buscando a algo que podríamos definir como nuestra media naranja. También decía que reencarnábamos cuando nuestra alma no estaba limpia-o algo así-aún. Por lo tanto el alma estaba inquieta, vida tras vida, encontrándose alma tras alma hasta toparse con aquella que siempre estuvo esperando, o buscando.
No volvimos a hablar sobre lo que Rebeca llamaba "nuestro primer encuentro", tenía miedo del significado detrás de esa sentencia.
Los años siguieron pasando, y yo ahora sabía la fecha de su cumpleaños, pero no su edad, el nombre de su madre y su situación familiar, entre otras cosas que fueron viniendo en su tiempo, como su carrera científica en un instituto del gobierno coreano y sus gustos por extraños shows de televisión que yo no podía sintonizar o que buscaba en internet y no hallaba. Tal vez los inventaba.
Cumplí los cincuenta años.
Soltera, sin mascotas ni familiares cercanos, con una cadena de jardines infantiles. Podría considerarme afortunada.
También estoy enamorada.
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Clara:¿qué te hice? ¿fui mala? ¿es porque exigí saber más de lo que tú querías decirme? ¿o es porque no me amas pero tampoco puedes decirme que no?
Rebeca: ¿lista para nuestro segundo encuentro?
Clara: ¿hubo un primero?
Rebeca: puedes decir lo que quieras, pero pronto nos veremos otra vez
Clara: ¿qué será esta vez? ¿le enseñarás a un tigre a hablar y me lo enviarás por encomienda?
Rebeca:te iré a ver al asilo
Clara: ¿por qué sigo intentando hablar seriamente contigo?
Rebeca: procura ir al asilo cercano a tu casa cuando te sientas mal, será en diez años más cuando te vea
Clara: genial, ahora dame una pista de lo que significa esta mierda
Rebeca: si te lo explico no me vas a creer
Clara:inténtalo
Rebeca: está bien, pero no me creerás de todos modos
Clara: no estoy leyendo nada aún
Rebeca: soy del futuro
Rebeca: pero no puedo viajar, solo comunicarme con otras épocas
Rebeca:no pude crear nada más efectivo
Clara: supongamos que te creo, ¿por qué me lo dices ahora?
Rebeca: voy a morir
Rebeca: tengo cáncer terminal, los doctores no me dan más de un mes
Clara: siguiendo el juego en donde te creo, ¿no hay en el futuro algo para curarte?
Rebeca:No soy del año 3000 como pareces creer, solo unas décadas tras tu muerte
Rebeca: ¿recuerdas la razón por la que te despidieron de tu primer trabajo?
Clara: la niña y tu pésima broma
Rebeca: esa niña era yo
Clara: o sea que eres menor
Rebeca: no, ahora soy mayor
Clara: me rindo
Rebeca: después de nuestro segundo encuentro comenzaré a trabajar en el mecanismo para hablarnos, lo terminé a los treinta y por un mal ajuste empecé a comunicarme contigo cuando eras mucho más joven que yo
Rebeca: pero lo supe desde que te vi de pequeña, supe que eras especial
Rebeca: creo que te he amado desde antes de conocerte
Clara: no puedo creerme esto
Rebeca: si lo piensas, es la única explicación a todo lo que hemos pasado
Clara: " a todo lo que hemos pasado"
Clara: estoy empezando a creer que todo esto ha sido una broma
Clara: y que soy muy estúpida
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Dos almas que se buscan a través de la vida y la muerte para encontrarse y sentirse completas.
El alma que ignora el cuerpo, la edad, el género, la muerte e incluso los tiempos.
Seguimos hablando como si nada hubiera pasado.
¿Era eso amor todavía?
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Rebeca: creo que este es el adiós
Clara: la gente suele decir "Hola" cuando comienza una conversación
Rebeca: creo que voy a morir
Clara: ya me preguntaba cuando ibas a volver a sacar ese tema
Rebeca: no quería incomodarte, pero no se puede aplazar más, he decidido dejar el hospital y los medicamentos
Rebeca: no hay posibilidades de vivir
Rebeca: y la morfina ya no hace efecto, solo queda morir y no lo quiero hacer en un hospital
Clara: podrías decirme que ya no quieres hablar conmigo y ya
Clara: no tienes por qué inventar que te mueres
Rebeca: te estoy diciendo la verdad
Clara: déjame ir a verte entonces, dime dónde vives y yo tomaré un avión a donde sea
Rebeca: vivo en la misma ciudad que tú, a veinticinco años de distancia
Clara: PARA
Clara: DE MENTIRME
Rebeca: ojalá hubiera una manera de mostrarte
Rebeca: pero ni si quiera puedo enviar mi imagen a tu época
Rebeca: ni por webcam
Rebeca: por favor, créeme
Clara: no sé
Clara: al final, sé tan pocas cosas de ti
Rebeca: hemos hablado por mucho tiempo
Clara: podría ser una gran broma
Rebeca: te amo
Clara: entonces dime la verdad
Clara: lo que tú dices no puede ser la verdad
Clara:¿Ya no me vas a contestar?
Clara:¿Esta es la parte en donde finges estar muerta para nunca más hablarme?
Clara:¿qué te hice? ¿fui mala? ¿es porque exigí saber más de lo que tú querías decirme? ¿o es porque no me amas pero tampoco puedes decirme que no?
Clara: ¿TE EMPECÉ A DAR TANTA PENA QUE DECIDISTE TERMINAR ESTA BROMA CON UNA MUCHO MÁS CRUEL?
Clara: si me dejas de hablar será como si de verdad hubieras muerto, ¿sabes?
Clara: por favor no mueras
Clara: ¿no vez que no te dije que te amo?
Clara: ni te di las buenas noches
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Ella no volvió a darme las palabras que solía.
Ella simplemente no volvió a aparecer donde siempre, en esa esquina virtual ya bien conocida, mas no se marchó completamente, porque yo me encargaba de mantenerla latente; repitiendo una y otra vez sus últimas palabras, o las primeras. Frases sueltas que se habían quedado en mí.
¡Cómo me arrepentí de no haber guardado nuestras conversaciones!
Pasado el tiempo, incluso comencé a creer todo lo que me había dicho, eso de ser pertenecer a unas cuantas décadas en el futuro, lo del dispositivo que solo le permitía hablar conmigo, que ya había ocurrido nuestro primer encuentro, cuando ella era solo una niña que a pesar de su corta edad pudo pronunciar dos palabras correctamente.
A veces me dejaba llevar y lo consideraba totalmente verdadero, fantasioso y todo, era una versión del libro mucho más satisfactoria que aquélla en donde ella decidía borrarme de su vida para siempre, cansada de mí o de la extraña situación que yo le proponía.
Soy lo suficientemente egoísta para preferir la muerte de alguien antes que mi propia muerte en la memoria de una persona viva. También soy lo suficientemente sincera para admitirlo, y bastante débil para arrepentirme y reprenderme de mis propios pensamientos. Y es que, es por mis pensamientos repetitivos y dolorosos, así como por las palabras de cariño que no le di en esa extraña y eterna despedida, los que hicieron de mi cuerpo un templo muerto y apenas útil: vi como los kilos se iban frente al espejo y las arrugas aparecían para reemplazarlos con las canas y manchas que solo la preocupación y los nervios pueden traer.
Mi vecina me vio salir así a los sesenta años, y decidió que ya no estaba en mi edad ideal ni era poseedora de las mejores facultades.
Ellos me hicieron una prueba para evaluar mis habilidades cognitivas, lo dejé en blanco, y los exámenes médicos dieron un mejor resultado solo porque nada es peor que...nada.
Y de alguna manera terminé en el asilo que Rebeca me había mencionado, con solo sesenta-y-algo-más, bloqueaba la miseria que giraba a mi alrededor volcando mis sentidos en las sensaciones y recuerdos desteñidos que me quedaban de ella, sin haberla tocado, sin haberle visto si quiera.
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Clara: me dio curiosidad por ver si algo había cambiado en este tiempo
Clara: hay un cyber en la esquina del asilo y me fugué cinco minutos
Clara: ellos creen que estoy enferma, que no pienso claramente y apenas puedo caminar
Clara: no comprenden que el asunto es que me niego a hacer y pensar cosas que no tienen que ver contigo...pero no has vuelto
Clara: te amo, si dices que todo fue una broma y vuelves
Clara: prometo no enfadarme
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Ya no puedo escapar del asilo, han comprendido que no soy tan senil como creían, o es que ahora piensan que mi caso es peor. Me mantienen vigilada constantemente y hasta me dan comida sólida, los demás vejestorios me tienen algo de envidia, creo, me niegan conversación y tratan de romperme la cadera-de hacerme tropezar-cada vez que tienen la oportunidad.
Entonces así termina mi vida: estancada en un asilo.
Al menos me dejan pasar el atardecer en el patio delantero, observando a otros seguir con sus vidas y sintiendo la brisa fresca que suelta el sol al descender lentamente.
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—Hola—Levanto el rostro hacia la reja, con curiosidad. Una joven mujer de cabello castaño y ojos color miel sonríe.
—Rebeca—Dije por decir, porque algo me dijo que lo dijera.
—¡Sabía que nos conocíamos!—Exclamó alegre, abriendo la reja y arrodillándose a mi lado—Mi corazón late como loco—Se me escapó una sonrisa ante sus palabras, porque yo me sentí de la misma manera.
—De hecho, es nuestro segundo encuentro—Un rubor tiñó mis mejillas, ¿es que ahora me creía todo lo que tiempo atrás no había querido creer?, miré los ojos de la mujer que tenía al frente, esperando ver sospecha en ellos.
—¡Sí, debe ser eso!
Mis ojos querían llenarse de lágrimas, pero apenas se humedecieron, no los dejé hacer nada más que eso— Me llamo Clara, y te amo—Dije—Cuando termines tu aparato, explícame enseguida la situación, te prometo que la próxima vez no seré tan testaruda.
Ella asintió, seguramente sintiendo compasión por una pobre anciana, estiré la mano hasta aferrarme con fuerza y desespero a su hombro.
Ella asintió, seguramente sintiendo compasión por una pobre anciana, estiré la mano hasta aferrarme con fuerza y desespero a su hombro.
Son las seis de la tarde, la hora en donde empiezan las novelas de las que Rebeca tanto me habló, esas que por más que buscara en google no aparecían, porque recién las estaban estrenando en el futuro.
—¿A dónde fuiste?—Estoy llorando pero no es por eso que no la puedo ver, no es por eso que no puedo ver ni mis propias arrugas—¿Qué es esta oscuridad?, o más importante, ¿qué es esa luz?
¿Y por qué escucho tu voz del otro lado?
—¿A dónde fuiste?—Estoy llorando pero no es por eso que no la puedo ver, no es por eso que no puedo ver ni mis propias arrugas—¿Qué es esta oscuridad?, o más importante, ¿qué es esa luz?
¿Y por qué escucho tu voz del otro lado?
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You: Hola!
You: hay alguien ahí?
Stranger1: dios míoFUNCIONÓ IUNCEPAOKSL,AMHDAÑLJK
You: ? ???? O.O
Stranger1: no sabes cuanto quería conocerte
You: nos conocemos?
Stranger1: algo así, pero si te dije que lo iba a lograr
Stranger1: ¿Clara, estás ahí?
You: CÓMO SABES MI NOMBRE?
Stranger1: Tú me lo diste tontita :3, acuérdate, me llamo Rebeca
You: se supone que por acá se habla con extraños…
Stranger1: demasiado desconfiada para tener solo…¿ 14 años?
You:O.O
Strager1: por cierto, me llamo Rebeca y soy de una par de décadas del futuro
You: ya, y debería creerte?
Stranger1: ¡sí!!!, porque has esperado este encuentro por mucho tiempo.
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