jueves, 14 de febrero de 2013

Otra


Está enamorado,

lo sé,

porque repite una y otra vez su nombre,

respirando cada una de sus letras,

pronunciándolas por separado,

dándoles una sensación y un sabor diferente a cada una.

Está enamorado,

porque recoge el aire y el agua que despide el cuerpo de ella cuando no lo está mirando,

los trozos de piel seca,

las uñas mordidas en un instante fugaz ya olvidado,

todo lo que viene de ella lo atesora con ferocidad

y ya es especialista en recolectar lo que ella olvida y  cree imposible,

provisiones para cuando se ausente,

entonces saca su colección y la ordena y  reordena con palabras y movimientos que no me molesto en comprender,

porque esos idiomas de hablan de dos personas,

y no soy yo de quién él está enamorado.

Está enamorado porque la vida dejó de tener sentido,

porque el sentido aparece solo estando frente a ella,

porque cuando ella se va, lo único que recuerda es cómo llorar,

y sin ella se propone ahogarse en llanto,

primero amenazas

y luego los temblores en el mentón,

frecuentemente debo llenar sus labios con los míos,

para que no muera

o para que muera,

pero no tan solo

me gusta hacerle creer que puedo apartarlo del destino al que venimos amarrados por el firmamento,

al final, enamorarse es solo una casualidad

una distracción de la muerte,

y el tuvo que enamorarse.

De otra que no soy yo.

Él está enamorado y rechaza los manteles con los que trato de lavar sus heridas,

las caricias reparadoras, las preguntas de la vida,

lo único que cura la ausencia de ella

es  ella misma y su sonrisa de fantasma,

y el dolor es tan placentero mientras lo sacude

que temo interrumpir sus rituales,

al final,

los vaivenes entre el suicidio y el gozo

son solo parte de su amor.

Él está enamorado,

y  los momentos que posee a la que ama,

son solo aquellos que quedan en su imaginación o en el sudor que se abraza a mis paredes,

cuando me describe con palabras sus sueños,

cuando me ruega que montemos una obra de teatro,

dice entre los diálogos sostenerla , alabarla, le da el papel de diosa y  nombre de animal,

la amarra y la libera

la besa y la golpea

la reclama suya y la abandona

se estremece con su propio aliento cuando escucha su ropa frotarse con su piel,

y prefiere no caminar si ella no lo espera al final de cada paso,

mientras tanto, yo termino interpretando al peor personaje.

No come, no ríe, no duerme

no mira, no oye y ha dejado de sentir

se ha convertido en ella y se adora a sí mismo,

me busca y me sacude porque no me he transformado aún,

espera pacientemente a que me salgan alas o aletas,

o que me cambie el nombre

o  me enoje demasiado,

yo solo limpio sus heridas.

Está enamorado porque no me soporta

no me soporta y odia necesitarme,

y me necesita porque solo yo escucho su fiebre

y pongo trapos en su boca para evitar que muera,

porque comprendo que él quiere morir

pero en sus brazos,

jugamos todos los días a que él es un suicida y yo un puente,

y él finje caer de mis mejillas y yo le hago creer que está libre y solo lo apreto más en mi calor,

tantas veces confundí ese pasatiempo con nuestro teatro de desgracias.

A veces me pide que imite su voz solo porque sí,

porque está enamorado,

que vista sus ropas, ocultas en el fondo de mis cajones,

me llama por su  nombre

y me ruega que ella vuelva,

llora a mis pies por otra que no soy yo,

yo que solo gusto de observar y a veces, de convertirme en su muñeca.

Él está enamorado de ella,

de la otra a la cual suelo ver a lo lejos,

él y ella y su relación destruyéndose todos los días y de diferentes maneras,

la distancia que construyen hace el mismo ruido que la violencia con la que se aman sin hablarse,

es lo que veo cuando la recuerdo.

Yo solo lo observo,

a él que la ama a ella que no soy yo.

Hay días en los que yo soy ella y otros,

él soy yo,

pero solo cuando llora de soledad inventada,

cuando desesperada me cuelgo de sus labios para que no susurre conjuros de amor,

porque temo enamorarme,

de otra que no soy yo,

de otra que no es él,

de otra que no es más que yo misma cuando estallo de rabia y solo queda mi grito, lleno de vida, con su nombre atascado en los primeros segundos de su prolongada existencia.

Él ama a otra que no puedo aceptar que sea yo,

él me ama por las cosas que más odio mí

y yo temo convertime por completo en lo que él ama

temo amarlo demasiado como para comenzar a amar lo que más he tratado de olvidar de mí.

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