jueves, 14 de febrero de 2013

Guía explicativa


El amor es un ser que va creciendo por etapas, lentamente.

Y como personas hay en el mundo, este animal va cobrando distintas fomas según quien lo posea. Para algunos- como yo-al principio se caracteriza por ser un parásito que se cuela sorpresivamente por alguna parte del cuerpo y se vuelve detestable al instante, es lo peor que te pudo haber pasado y no puedes con ello, y decides ignorarlo y fingir que todo está bien hasta que le vas a echar un vistazo en algún rincón de tu alma y ya es demasiado tarde: ha crecido hasta convertirse en un monstruo egoísta.

Todo es de él, todo lo quita, todo lo destruye, es perverso y astuto, disfraza cada palabra suya con buenas intenciones y cuando tratas de sacarlo se hace poesía y miel y azúcar y ¿cómo podrías deshacerte de algo tan adorable?

Pronto vuelven sus preguntas, sus suposiciones, las ilusiones y los sueños en donde esa persona está cruzando la calle con una sonrisa, de la mano de tus mismas inquietudes, dispuesta a dejarlas atrás tras envolverse en un abrazo tuyo. Y comienza la mala práctica de encerrarte en fantasías, o en caso grave y sin cura-como el mío- se agravan.

El monstruo es celoso, el monstruo es posesivo, te obliga a decir y hacer cosas que nadie entenderá, solo tú que vives con sus travesuras, con sus gritos de histeria y ansiedad. Llorarás y reirás en su nombre,  dejarás de comer, o comerás el doble y caerás de las maneras más vergonzosas mientras es él el que te empuja, pero ya lo sabes, no lo puedes sacar, no importa cuantas veces ocupe el mismo truco: te plantarás valiente frente a él una y otra vez y él logrará maquinar algo para hacerte flaquear. Recuerda que está en tu interior, él lo sabe todo de ti.

Esa es la primera etapa y es quizás la más odiosa, dura tanto como puedas morderte la lengua y no correr hasta quien puso la terrible semilla en tu corazón a decirle-rogarle en realidad-entre lágrimas amargas que haga algo al respecto, que acepte ese pequeño fenómeno que ha nacido en ti gracias a sus trucos de Afrodita. Es lo que la gente llama, decir “te amo”

Después de eso, viene la aceptación: el monstruo no es nadie más que tú, tú estás de pronto pensando solo en esa persona, tú que de pronto te haz convertido en algo que no puedes reconocer y te asusta, eres tú el que se siente capaz de mover mar y tierra para estar junto al que amas sin tener ni el poder ni la actitud necesaria. Es tu culpa amar, fuiste tú el débil que ha caído, sin darte cuenta, en los juegos del destino que tanto odias, en los que crees secretamente, cruzando los dedos.

Eres tú pues, el monstruo.

¿Ahora qué?

Tu existencia se vuelve miserable o trascendente y ya no depende de ti sino de la persona que por alguna razón te ha hecho enloquecer, puede ser un periodo largo o corto en el cuál te das cuenta por qué amas, por qué lo necesitas y dejas de dormir porque comienzas a soñar con los ojos abiertos y te esmerabas en dormir solo para estar en ellos y ahora que no necesitas cerrar los ojos para experimentar su visita, decides gastar tu tiempo construyendo miles de universos, y en cada uno de ellos caes por la misma persona, mueres por la misma persona, lloras, ríes, vives por la misma persona.

Sí, para mí-y tal vez para ti- el amor es algo de lo que se debe huir.

Pero adivinen, no se puede.

Mírame, que hace un segundo estaba tranquila y ahora no puedo levantarme porque no soporto ese vértigo extraño en la boca del estómago.

Como sea, al final siempre quedará sonreír y mentir por un tiempo hasta que se te olvide, lentamente adormecer esa parte de ti, y mientras que el olvido sea dolor toda tu vida lo será porque sientes que pierdes una parte de ella. Nadie te comprenderá, ni tú misma.

Porque eres una cobarde y no quieres comprender.

Porque no quieres encariñarte más con ese pequeño insecto que se ha alojado en ti, con ese insecto que eres tú. Podría ser peligroso, podrías terminar odiando al mundo, cuando la única culpable de haberte enamorado eres tú.

Eres solo tú la que cae en ese juego, tratando de ser el equipo rojo y el azul, eres tú la que finge que puede y luego abandona, eres tú la que pasa por toda la gama de emociones e inventa unas cuantas más por si acaso, eres tú la que visita cuando puede al pequeño monstruo frente al espejo y le pide perdón por tener tanto miedo y temblar.

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