miércoles, 27 de enero de 2016

Reb/velación

En el delirio febril de un resfriado de verano, solo me alcanzó la fuerza para estirar la mano y sonarme la nariz en la polera olvidada en medio de mis calores. Dos, tres, cuatro veces, la polera echa un trapo mojado y olvidado en la esquina de mi habitación. Pasó la noche entre sueños saltones y violentos en donde no puedo respirar y me matan, en donde vienen los alienígenas a diseccionarme el cuello, al otro día, con la garganta delgada y adolorida (por los extraterrestres) la polera (nombrada ya mil veces) yacía en la misma esquita ahora llena de patrones plateados, tristes y enfermos.

Entonces lo supe, nada me distingue de los caracoles del patio, solo tengo una coraza más grande. El pensamiento me llenó de un consuelo extraño.