lunes, 18 de enero de 2016

Gabrieles

A quién se le ocurrió crucificar un ángel y dejarlo en mi pieza como muestra de buen gusto, de gran sentido del humor, de infinito cuidado y cariño, como símbolo de la gran contradicción de estas paredes empapeladas en sagrada familia y valores cristianos. Lo dejaron en la pared como un recordatorio o una predicción de mi futuro, sin inri ni resurrección ni muerte, o eso espero.

Los ángeles no mueren ni sienten dolor, solo lloran y esperan la orden.