sábado, 18 de octubre de 2014

Así es la vida:

quieres un amplio jardín y muchas flores, pero no sabes nada de jardinería, ni tienes lugar para hablar con las rosas.
Un pedazo de concreto, este es nuestro hogar, y eso está muy bien; playas, bosques, el lindo jardín con el que soñamos
suena a mucho dinero, y yo siempre tengo hambre,
en este país que tiene tanta comida
donde todos estamos gordos
donde todos queremos adelgazar y alimentar jardines
y cantamos del Edén
mientras nuestras madres lloran el suyo;
hipotecado, embargado, 
le tienen una plaquita mortuoria junto a la  foto familiar, junto a todos esos contratos: matrimonialísticos, banquísticos, tiendísticos, capitalísticos, tristícimos.
Que viva la conformidad: el florero, el cáctus, las ramitas secas de la feria, el árbol podado del barrio
que viva mientras viva, mientras pueda vivir
y no vaya a ser que se muera porque quiera
o que muramos 
de pena,
avergonzados,
arrepentidos.

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