sábado, 13 de septiembre de 2014

WAKE UP CHILE

El problema del mal olor en el metro, subterráneo para el extranjero o el chileno perdido, se origina en la sobrevaloración del sentido de la vista.
Si en vez de colores y nombres de gente e instituciones hubieran identidicado las estaciones y líneas del servicio "público" con olores 
(ponte tú, línea uno olor frutilla; línea dos olor vainilla; línea cuatro olor lavanda; línea cuatro A olor jabón; línea cinco olor kiwi (podríamos haber hecho votación para elegir las esencias o ir rotando para que la gente no se aburra)
pucha que hubiera sido diferente la cosa.
Tanta fijación en lo que se ve es muy sospecho, pero qué vamos a hacer las ovejas.

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