viernes, 22 de agosto de 2014

Política internacional

El país de arena tenía montañas, valles y lagos; árboles, animales y gente. También tenía playa y se hundió lentamente por ahí. Pensaron que eran las olas y el calentamiento global, pero eran ellos los que llamaban la playa con el pensamiento; la defendían y la imaginaban acariciándoles los pies, bronceando sus trajes y sus corbatas estampadas.
No aguantaron mucho.
La arena avanzaba a paso vertiginoso y la gente se volvía loca con el olor del mar. Creían verlo tan profundo y prometedor que se lanzaban de los edificios para encontrar la frescura de la paz, pero allí solo había arena y muerte. El tiempo empezó a hacerse más lento y a veces podían pasar su mano a través de él, hundirla y sentir los granos de arena acomodándose entre los vellos de sus brazos, pero nunca se escurría entre sus dedos. Dolía y ardía.
En el país de la arena solo había una cosa: una playa incontrolable, algunos pocos había sobrevivido al mar y allí vivían, con todo el cochayuyo que nunca habían pedido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario