—Siempre viví en el norte. El norte de mi país es frío, frío, frío, frío, y gris, gris, gris, gris. El sol nos irritaba la piel y preferíamos quedarnos en casa esos extraños días de primavera, cuando el viento barría las nubes y veíamos ese celeste cursi en el cielo.
"Pero tuvimos que acostumbrarnos. El trabajo de mi mamá la obligó a trasladarse al sur, donde el cielo siempre es celeste, y las nubes grises son las cursis: son ellas las que vienen a derramar ternura en las parejas y las invita a darse besos bajo las gotas ácidas de la ciudad.
¿Cómo describir con exactitud mi odio a todo este paisaje colorido y brillante?
Tan seco, nunca antes había echado tanto de menos un árbol, un arbusto maloliente en la esquina de mi casa, ni detestado tanto el maullido agónico de dos gatos apareándose.
Pero hay que otorgarle a este lugar de mierda seca el crédito merecido, porque si no fuera así de desierto, ni el sol así de molesto, jamás la hubiera conocido.
A ella que esconde su rostro y su cuerpo tras un espeso manto negro, que a pesar de sus intentos no logra ocultar su figura ni me impide adivinar su sonrisita trágica cuando la pillo espiándome los talones. Apenas la vi siguiéndome con cautela no pude hacer otra cosa que enamorarme de ella, fue rápido y fatal; no sé cuánto tiempo esperé por algo como eso, un disparo al alma que me hiciera perder la razón y la noción de la verdad.
Tan solo mírala, nunca te cansas, se estira y se agacha; desaparece con el mal tiempo y huye de mí durante las noches, insiste en seguirme a los lugares más extraños y no parece tener ni querer otra obligación que no sea estar conmigo. Es un gran alivio para mí que ella se sienta de la misma manera que yo. La cursilería, cuando no es recíproca, se convierte en estupidez....aunque yo perdería toda mi dignidad con tal de tener la capacidad de expresar lo que ella me provoca, aun si caigo en la cursilería. Lamentablemente, yo no sirvo para esas cosas, se me escapan, y temo que un día se vaya para siempre por esta facultad que tengo de balbucear incoherencias.
No quería presentártela, porque soy muy celosa y ella muy libre, no se despega de mí pero no ha dicho ni una palabra sobre eso ni aquello, y ya sabes cuanto me importa eso de las palabras-quizás porque suelen huir de mí-, he visto más de su raza pero ninguna como ella, que suele refrescarse en las mantas escuálidas que estiran al sol los árboles durante el día, además es de las pocas que prefieren el silencio. A mí también me gusta el silencio, pero me vuelve loca el de ella. En fin, es ella, se me olvidó su nombre entre tanto apodo cariñoso, pero ahí está, siempre tras de mí, ¿no es hermosa?"
—Esa es tu sombra
—¿Sombra se llama? Maravilloso nombre para una maravillosa criatura.
—No, no lo es, es un nombre común para todas las...
—Sombra. Eres perfecta.
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